Richard Hamilton. Hay un culturista en el origen del pop art
El pop art nace en los años cincuenta y tuvo su apogeo en los años sesenta. Nació en buena medida a partir de un cuadro de Richard Hamilton (1922-2011), un hijo del surrealismo, que se denomina «Just what is it that made yesterday's homes so different, so appealing?», un collage de 1956. Curiosamente, en ella aparece un culturista en pose típicamente de culturista.
Es una indisimulada crítica a la cultura consumista, aunaba el interés de Hamilton por el diseño y por el efecto de los interiores en la vida de la gente así como su preocupación acerca del impacto de la televisión y, sobre todo, atestiguaba la apropiación de las imágenes procedentes de los medios de comunicación.
En esta obra se encuentran presentes, sin aparente orden entre ellos, muchos de los elementos de la cultura popular (kitsch) americana de los años cincuenta y sesenta: Hamilton reúne algunas de las referencias más kitsch que encuentra, entre ellas un fenómeno kitsch por excelencia como es una imagen de un hombre culturista en inequívoca pose culturista. Aparecen en el cuadro una grabadora, el mencionado culturista, una modelo en topless, el cartel de una novela barata, las luces de neón, entre otros elementos, señalan el inicio del pop y su aproximación a la cultura visual de masas. Tampoco falta la muestra de alimentos envasados, con una lata de jamón York. La suma de todos estos distintos componentes es lo que da la respuesta a la pregunta formulada por Hamilton: «¿Qué es lo que hace al hogar de hoy tan diferente, tan atractivo?».

Para llevar a cabo este proyecto, Hamilton propuso una lista de temas -Hombre, Mujer, Comida, Historia, Periódicos, Cine, Electrodomésticos, Coches, Espacio, Tebeos, Televisión, Teléfono- que sus colaboradores recortaron de revistas ilustradas de la época para que el artista, después, seleccionara y pegara las imágenes. Su idea no era un relato de los grandes temas, sino una exposición de los elementos kitsch que identifican la vida moderna.
Este collage se convirtió en la imagen programática y precursora del pop art británico y, en general, mundial, junto a las iconograías de Andy Warhol. En él Hamilton muestra su fascinación por ciertos iconos de la opulencia americana de los años cincuenta, manifestado en objetos de la vida cotidiana, no sin ciertos toques irónicos. Por otro lado, utilizó una técnica típicamente cubista, surrealista y también dadaísta, el collage, plena de sofisticaciones, alusiones a ciertos iconos y ambigüedades.
La enumeración de los objetos que se amontonan en este interior, que es a la par vulgar y fascinante, no debe distraernos de un dato revelador, y es que el techo de la habitación es una imagen de la tierra tomada desde el espacio. Esa ruptura de la homogeneidad semántica que nos dan los objetos cotidianos e iconográficos de la cultura popular es una alerta. Nos advierte que hay otras maneras posibles de leer la obra, al margen de su literalidad popular. Ese hombre físicoculturista y esa mujer desnuda pueden ser Adán y Eva en el Paraíso, y la profusión de mercancías, casi lujuriosa, una versión del Paraíso cotidiano. Hamilton no era nada ambiguo respecto a la nueva realidad económica que entonces irrumpía en Inglaterra. Como a muchos de sus compañeros de generación, el espectáculo de la mercancía lo había hechizado.
Aunque la obra es de los años cincuenta, el pop art fue el estilo característico de arte elitista de los años sesenta. No confundir que se trata de un arte que se denomina pop con que no estamos propiamente ante un arte popular. Es un arte elitista, heredero de las antiguas vanguardias (no en vano Hamilton se proclamaba admirador del cubismo y el dadaísmo) que utiliza en su narración elementos tomados de la vida cotidiana, como fotografías, retratos estereotipados, collages, marcas publicitarias, etc.
En cualquier caso, esa figura icónica del culturista nos indica muy bien cuál era la importancia de dicha imagen en los años cincuenta y sesenta.